miércoles, 23 de noviembre de 2016

Contra la violencia todas las manos son necesarias

Todos tenemos derecho a la libertad y a decidir qué hacer con nuestras vidas, eligiendo el camino que consideremos más adecuado para alcanzar metas y objetivos, sin que nadie nos condicione o anule. Sin embargo la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que un tercio de las mujeres del mundo padecen algún tipo de violencia y en nuestro país cada vez hay más, hay muchas mujeres que mueren a manos de sus parejas o ex parejas, cada vez hay más asesinatos y malos tratos a la mujer.

La violencia se expande por todos los rincones, al apropiarse muchos hombres de las mujeres como si fuesen sus dueños, lo que conlleva desde obligarlas a vestir de una determinada manera, hasta el modo en que tienen que comportarse en público. Esa posesión y dominación, destructora de libertades, es la expresión de la debilidad y cobardía de quien somete bajo el yugo patriarcal para imponer normas y decisiones por el resto, trazando la línea que deben seguir quienes habitan a su alrededor y ante la menor oposición comienza con violencia psicológica, para pasar por la física y de ahí queda a un paso el asesinato como parte de sus enfermizos sentimientos.
A pesar de las denuncias, campañas y acciones que desde diferentes espacios se llevan adelante, la relación intra familiar sigue siendo dominada por una conducta y relación machista, como parte de la formación que se recibe desde la niñez. Esa formación hace creer que el hombre, por traer el sustento económico al hogar, tiene supremacía en las decisiones, que es quien da protección al resto de la familia, al identificar al sexo masculino con la fuerza física y a su vez impone que la mujer debe someterse a ser una máquina sexual para satisfacer con exclusividad al hombre, además de parir, criar a sus hijos y atender las tareas domésticas y en los últimos años también aportar al sustento económico del hogar, debiendo dejar de lado sus pasiones, gustos y realizaciones.
Todo esto frente a una sociedad de consumo construida desde los medios de comunicación, que ejercen una fuerte presión social de los estereotipos patriarcales a través de publicidades, programas e informativos donde la mujer termina siendo un objeto de consumo.
Cuando estos mecanismos de posesión fallan, el verdugo recurre al maltrato para sostener la cobarde pauta machista y de esa manera seguir evitando que la mujer con quien mantiene o mantuvo alguna relación sea libre, transformándose en un potencial asesino, razón por la que a pesar de las acciones que se vienen llevando a cabo, las mujeres siguen siendo asesinadas.
Si bien es verdad que desde los medios de comunicación se está visibilizando la violencia de género, dando un paso gigante al conocerse este invisible tipo de violencia, permitiendo la reflexión sobre su tratamiento a partir de los datos duros que permitieron avanzar en materia legislativa, medidas de sensibilización y prevención como herramientas que alivian la situación de las víctimas, como así también se logró en muchos casos romper con el círculo de la violencia, el comportamiento de los medios sigue siendo ambiguo.
Esos mismos medios de comunicación que en la representación de las mujeres y hombres no transmiten la idea de que las mujeres son dignas de respeto de la misma manera que lo hacen con los hombres.
Se representa al cuerpo de la mujer como objeto que sirve para el placer y la complacencia masculina. Se la sobre representa como cuidadoras y servidoras, fijando modelos de feminidad que sostienen la tradición patriarcal, desvalorizando su rol social otorgándole papeles secundarios, generalmente dependientes como parte de la construcción de la sociedad de consumo.
Los medios de comunicación discriminan positivamente lo masculino, al mismo tiempo que cuidan comportamientos misóginos, incluso los que son punibles: «todo parece indicar que se trata de un crimen pasional» recoge la noticia. Los asesinos no son los culpables de la violencia contra las mujeres, sino la entelequia «violencia doméstica» que desenfoca y no señala con el dedo al hombre que mata: «un nuevo caso de violencia doméstica», expresa una investigación en la materia sobre el comportamiento de los medios de prensa y comunicación, apuntan investigaciones realizadas sobre el tema.
Las mujeres «mueren», no son «asesinadas»; quien comete un delito es un delincuente, pero nunca encontraremos este vocablo en una información sobre violencia masculina. Se evita la palabra «asesino» para utilizar abundantemente «hombre». Y en contra de la ética periodística, se identifica en muchísimas más ocasiones a la víctima que al asesino, expresa Mujeres en red.
Al mismo tiempo, los medios mantienen intactas las formas fundamentales de discriminación negativa de las mujeres, estrechando la representación de los múltiples roles que están llevando a cabo en la sociedad. Que en los medios aparezcan más mujeres en papeles tradicionales, secundarios y desvalorizados, en la mayor parte de las ocasiones, no sólo no ayuda a combatir la violencia de género, sino que fomenta y fortalece determinados comportamientos masculinos basados en la ideología de la supremacía de los hombres. Ésta es la razón por la que los maltratadores y violentos se creen con derecho a ejercer la fuerza, el desprecio y el poder sobre las mujeres con las que viven, señala el diario El Mundo.
Si desde la niñez somos capaces de construir una conciencia por la no violencia, en la que el hombre considere a las mujeres como sus iguales, se logrará que se respete lo femenino evitando que la virilidad se conciba como dominadora de las mujeres.
Con el objetivo de aportar para que cada vez más personas tomen una actitud de formación y constitución colectiva por una sociedad sin violencia en todos los ámbitos, en el día mundial contra la violencia de género que se celebra el 25 de noviembre quienes integramos Regionalísimo, desde el espacio «Miradas de mujer», ponemos en marcha la campaña por una sociedad menos violenta, respetuosa de los derechos de todas y todos, denominada «Contra la violencia todas las manos son necesarias».

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