viernes, 16 de marzo de 2018

Ni reinas, ni princesas

Demos un paso contra la cosificación de la mujer
Derrumbemos los cuerpos estereotipados
Existe la tradición en nuestra región, de organizar concursos de belleza entre niñas y adolescentes para designar reinas y princesas en distintas festividades. En este tipo de competencia subyacen concepciones patriarcales, consumistas y de placer, donde lo superficial y banal ocupa un lugar cada vez más significativo.

Este tipo de acontecimientos refuerzan la idea de que las mujeres deben ser valoradas y premiadas exclusivamente por su apariencia física, basada en estereotipos. Además de ser una práctica discriminatoria y sexista al representar actos de violencia simbólica contra mujeres y niñas, violan la legislación nacional tanto en la protección de la violencia como la de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
La legislación define a la violencia simbólica como la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad. Los concursos de belleza, elección de reinas, princesas y otras expresiones similares que son habituales en las localidades de nuestra región, representan actos que van en contra de la Ley Nacional Nº 26.485 de Protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales, y también de la Ley Nacional Nº 26.061 de Protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes.
Los concursos de belleza destinados a niñas, adolescentes y jóvenes, no hacen más que arraigar la creencia de que sus cuerpos son mercancía propensa a ser vendida, intercambiada y moldeada, según los intereses de un sistema patriarcal que continúa profundizando la desigualdad e inequidad entre los géneros, al mismo tiempo que ajusta los eventos culturales a los intereses masculinos que se sostienen hace décadas. No podemos continuar permitiendo que nuestras niñas, adolescentes y jóvenes crezcan desde su más temprana infancia considerando que sus cuerpos deben ajustarse a lo que se considera perfecto para agradar a otros, promoviendo así, en muchos casos, una verdadera obsesión por la apariencia corporal, por un ideal de perfección que nunca se alcanza e incluso provocando enfermedades como bulimia, anorexia y otros trastornos alimentarios, sino que deben crecer sintiéndose a gusto con ellas mismas, sin importar los cánones de belleza que el sistema patriarcal imponga, y más allá de los condicionamientos socioculturales que interceden para estos fines.
No son pocas las veces que en este tipo de concursos, vemos como las mujeres son tratadas como en un remate de ganado, para observar las características de la mercadería y debemos saber que la violencia no empieza con el crimen que es la forma más extrema. Comienza con la cosificación y la violencia simbólica.
El patriarcado, como forma de organización política, religiosa, social, cultural y económica, se basa en la idea de que el varón es quien debe tener el liderazgo por sobre las mujeres en cada ámbito; el predominio de estas ideas se materializa en acciones tan concretas como lo puede ser un concurso de belleza: ¿Para quienes deben ser bellas esas niñas y adolescentes? ¿Qué es ser bella? ¿Cuándo se alcanzan los cánones de «belleza ideal»?
La belleza no está mal en sí misma, el tema es cuando pasa a ser una condición para obtener reconocimiento y este tipo de concurso no rinde homenaje a residentes destacados, no habla de los crecimientos de la ciudad, ni propone un encuentro donde vecinas y vecinos sean protagonistas. Son concursos de belleza que inscriben a mujeres adolescentes con cuerpos que responden a estándares de belleza hegemónicos. El hecho es grave. No sólo es fortalecer estereotipos de belleza que son tóxicos y que promueven trastornos y depresión en mujeres jóvenes; es la reproducción de la mujer como mercancía, en medio de una pandemia de violencia de género y femicidios.
Consideremos que estas prácticas no sólo arraigan estereotipos de género absolutamente nocivos, sino que también obstaculizan la posibilidad de empoderar a nuestras niñas y adolescentes. Empoderarlas para que se atrevan a luchar contra un sistema que las oprime desde niñas; empoderarlas para que discutan cuando les dicen que no pueden jugar a determinados juegos; empoderarlas para que accedan a las carreras universitarias que deseen; empoderarlas para que hagan respetar sus derechos; empoderarlas para que no se dejen golpear; empoderarlas para que no las maten.
La movilización #NiUnaMenos demostró que estamos en un momento terrible y esta es una de las formas para propiciar cambios culturales, entonces es necesario pensar que las personas que nos representen lo hagan por sus aportes a nuestra sociedad, porque tienen un reconocimiento entre sus pares, sus vecinos y vecinas, porque son valiosas a partir de sus recorridos, sus experiencias personales, sus acciones entre otras tantas cosas y no porque tienen determinadas características físicas.
Estamos convencidxs de que es desarmando las estructuras patriarcales que permanecen naturalizadas en nuestra sociedad actualmente, que lograremos un mundo con mayores condiciones de igualdad y de equidad efectiva entre los géneros. Es sólo de esta manera, que podremos desandar mínimamente el camino de tantas décadas de opresión, y de esta forma transmitir el mensaje de que nos encontramos trabajando en función de la erradicación de cualquier violencia.

Derrumbar esterotipos
Reforzar la idea de que las mujeres no deben ser valoradas por su apariencia física y desalentar las actividades que promuevan concursos de bellezas, elecciones de reina y princesas como otras expresiones similares vinculadas a la «cosificación» y la violencia simbólica contra las mujeres, es la campaña que desde nuestras producciones Regionalísimo - Forjadores - Miradas de Mujeres ponemos en marcha en el día internacional de la mujer a los fines de promover la igualdad de género.
Apuntar a que no se siga sometiendo a las mujeres a la exhibición, la cosificación y la selección que implican los concursos y elecciones, instando a la transformación cultural, propiciando la igualdad de géneros y la promoción de los derechos de la niñez es el principal objetivo de esta campaña que además promoverá valores que apunten a fomentar la construcción de ciudadanía con perspectiva de género.
Buscar que se destaquen a las personas por los aportes a las ciencias, a la cultura, a la educación, al deporte, a la promoción de la participación, la solidaridad, los derechos humanos y al bienestar de su comunidad en lugar que se premie el estereotipo femenino es el aporte que pretendemos cristalizar a partir de este 8M.
Sosteniendo que el Estado debe velar por la protección de las mujeres y niñas, quebrando el paradigma de la cosificación de la mujer y promover medidas para la protección integral, prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres en los ámbitos en que desarrollen sus relaciones interpersonales trataremos de instalar un amplio debate respecto a cómo delinear políticas de género para seguir avanzando en la construcción de relaciones más igualitarias entre varones y mujeres, para ir erradicando de las instituciones las condiciones que refuerzan estereotipos, desigualdades y violencias de género.

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